" La Gran Batalla de Dos Grandes Gallos Políticos": Centralismo y Federalismo (1814,1814).

" La Gran Batalla de Dos Grandes Gallos Políticos": Centralismo y Federalismo (1814,1814).

Angela Maritza Carlosama Calvache

El enfrentamiento entre federalismo y centralismo en la esfera política se parece más a un drama de egos que a un debate sobre la distribución del poder. Estos dos sistemas políticos en competencia han provocado una corriente interminable de debates, en los que cada uno intenta imponer su propia interpretación del gobierno, independientemente de las implicaciones para la población.

El centralismo, con su afición al control total en la cúspide de la estructura de poder, se percibe como el protector de la eficiencia administrativa y la cohesión nacional. Los defensores de esta creencia, engañados por la idea de un poder centralizado, padecen la convicción de que una mano dura en política es el único medio de preservar el progreso y el orden. Sin embargo, su fijación con el control los ha vuelto ajenos a las realidades locales y los ha sobrecargado de burocracia. Por el contrario, se considera que la descentralización y la autonomía regional están incorporadas en el federalismo. Entusiasmado por la idea de que cada región debería gobernarse a sí misma, su partido ve el centralismo como una reliquia del pasado que debe ser destruida. Sin embargo, su visión utópica de una nación dividida en pequeños enclaves feudales pasa por alto las realidades económicas y sociales que exigen una coordinación centralizada. La discusión entre federalistas y centralistas se parece más a una lucha de poder que a una discusión sobre los méritos de cada sistema. Mientras los políticos están estancados en interminables debates sobre la distribución del poder, el público sufre una gobernanza disfuncional y una falta de liderazgo eficaz.

El caos político y la corrupción generalizada vencen las promesas de un gobierno más eficiente y receptivo a las necesidades locales. La incómoda verdad es que tanto el federalismo como el centralismo tienen defectos, pero nadie parece dispuesto a reconocerlos. Como resultado, el pueblo colombiano sigue cautivado por los medios y quiere un gobierno que realmente se preocupe por su bienestar en lugar de luchar por el poder. Es hora de que los políticos dejen de lado sus egos y trabajen juntos para encontrar soluciones prácticas a los problemas de la nación.


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