1886

 




                              1886

la Constitución de 1886 en Colombia es como un viaje al corazón mismo de la historia nuestro país. Es como un antiguo mapa que traza las líneas de su evolución política y social. Para muchos, es un símbolo de estabilidad y tradición; para otros, es un recordatorio de las divisiones y desafíos que Colombia ha enfrentado a lo largo de los años. Cuando se promulgó la Constitución de 1886, Colombia estaba en un momento crucial de su historia. Había superado décadas de conflictos internos y guerras civiles, y el país buscaba un nuevo camino hacia la estabilidad y el progreso. Esta constitución, en muchos aspectos, reflejaba esos anhelos y ambiciones.

Una de las características más destacadas de la Constitución de 1886 fue su enfoque en la centralización del poder. Se estableció un sistema presidencialista fuerte, donde el presidente tenía un poder considerable y la capacidad de tomar decisiones importantes sin mucha interferencia. Esto, en teoría, pretendía brindar estabilidad y cohesión al país después de años de divisiones internas.

Sin embargo, esa centralización también tenía sus críticos. Algunos argumentaban que concentrar tanto poder en manos del presidente podía llevar a abusos y a la falta de rendición de cuentas. Además, la Constitución de 1886 reflejaba una visión conservadora de la sociedad, con disposiciones que favorecían a ciertos grupos y limitaban los derechos de otros, como los pueblos indígenas y las minorías étnicas, a diferencia de la constitución actual de 1991.

Otro aspecto importante de esta constitución fue su relación con la iglesia católica. La Constitución de 1886 estableció el catolicismo como la religión oficial del Estado, lo que reflejaba la influencia predominante de la iglesia en la sociedad colombiana de la época. Esto, nuevamente, generó debates sobre la separación entre iglesia y Estado, y sobre la garantía de la libertad religiosa para todos los ciudadanos.

A lo largo de los años, la Constitución de 1886 ha sido objeto de numerosas enmiendas y reinterpretaciones, reflejando los cambios y desafíos que ha enfrentado Colombia como nación. Sin embargo, su legado perdura, recordándonos las complejidades de la historia colombiana y las tensiones inherentes a la construcción de un Estado democrático y pluralista. En última instancia, la Constitución de 1886 es más que un simple documento legal; es un testamento a la lucha constante por la justicia, la igualdad y la libertad en Colombia.

 

Juan Jose Sanchez Rojas

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